Hace un par de meses, un amigo me preguntó qué necesitaba para hacer un poco de cardio en casa con el rodillo. Le contesté que realmente no necesitaba más que una bici y un rodillo, pero que si quería tener algo de constancia mi consejo es que se hiciera con un rodillo inteligente y que además se diera de alta tanto en Strava como en Zwift.
La diferencia de precio entre lo mínimo que necesita y lo que le recomendé es notable. Puedes conseguir una bici en cualquier trastero para empezar y saber si te gusta no necesitas mucho más que esa bici que tienes ahí abandonada o que te pueden prestar/regalar/vender barata. Realmente la bici que pongas en el rodillo no es lo más importante, así que ahí lo mejor es no gastar demasiado dinero. En cambio con el rodillo, a pesar de que puedes encontrar algo básico por unos 100€, a la segunda sesión te vas a dar cuenta de que hacer rodillo es muy aburrido.
Antes de que los simuladores fueran tan populares, los ciclistas tirábamos de buena voluntad y todo tipo de material multimedia para pasar el rato. Pero terminábamos haciendo un trabajo muy suave y constante porque estábamos más pendientes de la película que del entrenamiento. Y a pesar de que hay entrenamientos que puedes querer hacer a un ritmo suave y constante en la mayoría vas a querer hacer cambios de ritmo y exprimirte un poco.
Lo que aportan los simuladores es una motivación extra cuando estás encima del rodillo. La motivación puede venir por querer hacer más kilómetros, por querer aguantar en un determinador grupo de corredores, porque estás compitiendo dentro de una carrera virtual o porque estás haciendo un entrenamiento pautado por Watios dentro de Zwift. Sea como sea, los simuladores son un complemento perfecto para el rodillo porque te mantiene entrenido sin distraerte del entrenamiento que estás haciendo.
Dentro de todos los simuladores que hay, creo que Zwift es el mejor para gente que se está iniciando (aunque hay cientos de profesionales utilizando la plataforma). El motivo para decantarme por Zwift es que engancha. A pesar de ser una herramienta de entrenamiento, está pensado para ser casi un video-juego. Vas superando niveles que te dan acceso a rutas nuevas. Puedes conseguir monedas dentro del juego con las que comprar equipamiento que influye en el rendimiento y tiene un componente competitivo muy interesante.
Lo mínimo que se necesita para empezar a usar Zwift se necesita un rodillo inteligente o un potenciómetro, un dispositivo para lanzar la aplicación (tablet, móvil, ordenador, appleTV, etc.) y una bicicleta en la que pedalear. Hay maneras de poder hacerlo funcionar con un sensor de velocidad y otro de cadencia, pero no son muy fiables y personalmente no conozco a nadie que lo haya conseguido hacer funcionar así.
Hay otros muchos simuladores, yo he probado Bkool, Rouvy, Trainer Road y Veloton. Todos tienen algunas características que los hacen también muy interesantes, pero con el que más adherencia al entrenamiento he conseguido es sin duda Zwift.
Por otro lado, recomiendo conectarlo a Strava. Seguramente haya gente conocida en Strava dispuesta a darte kudos después de cada entrenamiento virtual y esa dósis de motivación siempre ayuda a subirse a la bicicleta al día siguiente.